¿Es el presidente de México el mejor personaje de Chespirito?

antonio vazquez
5 min readOct 29, 2021

Ensayo sobre la SEP y su influencia en el nacionalismo

Photo by Filip Gielda on Unsplash

Nuestro presidente tiene el nivel cultural de un niño de primaria, se burla de la miseria de su pueblo y habla como si estuviera actuando en un programa cómico. Es, en pocas palabras, un personaje de Chespirito. Un tipo rencoroso, un chiste andante. Cada día se avienta una nueva puntada que parece superar a la anterior. La pregunta es: ¿Cómo fue posible que una persona así lograra llegar a la presidencia de México?

Al tratar de analizar las posibles causas suele señalarse el hartazgo de la población, un descuido de la clase media o la incompetencia de sus adversarios. Me parece que se ha pasado por alta una de las causas más poderosas. Un símbolo cultural muy enraizadas en el imaginario colectivo del mexicano, casi tanto como el amor/odio hacia el América, o la disyuntiva de las quesadillas con o sin queso. Me refiero al nacionalismo, inculcado a través de los libros de texto gratuito en la materia de historia. Así es, querido lector, todo este desmadre es por culpa de la SEP.

Déjame explicarlo por partes. Iniciemos en la ciudad de Guelatao, Oaxaca, allá por el año de 1806, cuando nace el Benemérito de las Américas. Benito Juárez no fue un hombre normal. Fue un héroe. Uno que solito pudo derrotar a todo un sistema corrupto, lleno de lacras que abusaron de los pobrecitos mexicanos por años. Al igual que muchos años después lo hicieran Zapata, Villa, Madero, Carranza y toda la pandilla revolucionaria. O al menos esta es la historia contada en los libros de historia de la SEP, la historia oficial.

Yo mismo me la creí todita cuando era niño. Mi ídolo era el Beni, quería ser igual que él. Un morrillo que salió de la pobreza y sin que nadie se diera cuenta, se convertiría en presidente de México. Me creí ese cuento en el que en cada periodo conflictivo, un héroe se levantaba de entre el pueblo para vencer al grupo de malvados en el poder. Hasta que ya más grandecito se me ocurrió leer más sobre el tema en fuentes diferentes al libro de historia de la SEP. Y tómala. Cuál va siendo mi sorpresa al enterarme de todas las chismas secretas que la SEP no nos contaba.

Como que el buen Beni no era tan bueno y noble como nos cuentan. El chaparrito estuvo a punto de entregarle todo Oaxaca a los gringos, ¡OAXACA, SU TIERRA NATAL! (Investiga sobre el tratado Mc Lane- Ocampo si no me crees). O que la Independencia, de haber sido por Hidalgo, habría terminado siendo la guerra más sangrienta en la historia del país, y que el verdadero padre del movimiento fue Iturbide, que logró unificar a todos los bandos involucrados bajo una misma nación, para darle fin así al movimiento y con ello, darle un inicio oficial a nuestro país.

Y podríamos seguirnos por horas si nos ponemos a indagar en descubrir mitos de la historia de México. Uno de los que más me intriga es ese de que los caudillos revolucionarios eran todos parte de un mismo movimiento, que se unió bajo el único objetivo de derrocar la dictadura de Porfirio Diaz para instaurar la tan ansiada democracia. Nada más lejano a la realidad.

La revolución fue todo, menos un movimiento organizado. Terminó siendo una carnicería en donde todos se peleaban vs. todos. Los caudillos de la revolución se mataron entre ellos. Lo que Madero inició, los demás se encargaron de convertirlo en un cagadero sin orden ni sentido. Pero contar la realidad del movimiento no le convenía a la SEP, porque la SEP no cuenta la historia de México. La SEP nos cuenta la historia que el partido único, el partido en el poder, quiere que sepamos. La SEP nos cuenta la historia que le conviene al PRI.

Y aquí bien podrían objetar con que el PRI ya no gobierna, pero esa objeción es tan absurda como seguir creyendo que la revolución mexicana fue un movimiento de buenos vs. Malos. El PRI sigue gobernando y lo ha hecho desde el inicio. Hasta el año 2000 lo hizo a través de sus distintos candidatos. A partir del mismo año, lo hizo a través de los hijos no reconocidos del partido. El PAN surgió de las entrañas Priistas. Y ni qué decir de Morena, cuya única diferencia con su papá el PRI es el color guinda en vez del cínico verde, blanco y rojo.

La SEP, de hecho, surge a partir de las cenizas de la revolución, junto con el PRI, que en sus inicios se llamaba Partido Nacional Revolucionario. En su nombre llevaba su legado. Era el partido que los vencedores del movimiento fundaron para establecerse en el poder. Y para ellos, la revolución era casi una religión. En sus discursos hablaban de los héroes revolucionarios como si fueran apóstoles. Seres divinos, libres del pecado, que salvaron a México de las garras de un dictador, que lograron instaurar la “democracia”. Así, con su par de comillas.

Cada candidato y presidente que vino después de la revolución repetía el mismo patrón. Mencionar a los héroes de la revolución y su legado para justificar cualquier atropello. Y cuidado con opinar diferente, pues en ese caso, te convertías en automático en enemigo de la revolución y, por tanto, de México.

La época del cine de oro sólo vino a popularizar el mito del héroe revolucionario. Películas donde el héroe inmaculado salvaba al país abundaban, ninguna de ellas con el atrevimiento de cuestionar a los dichosos héroes, que más que eso se comportaban como adolescentes encabronados a los que les soltaron la rienda y además les dieron armas.

Este mismo mito se popularizó entre la sociedad, particularmente en los niños, gracias a los libros de texto, que se lanzaron oficialmente en el 59 por orden del presidente Lopez Mateos, con la única intención de llenar las mentes de los niños de propaganda gubernamental. Un libro que apesta a ideología nacionalista. Es, por así decirlo, la biblia del Priismo.

Ese nacionalismo fue del que se agarró nuestro presidente actual, el hijo pródigo de Chespirito, para chamaquear a tanto mexicano con el cuento de que él sería el héroe capaz de poner fin a la corrupción y todos los males nacionales. Males que se dieron porque su partido, el partido original, sigue empeñado en defender ideales de hace más de 100 años.

Si tenemos un presidente que parece personaje de Chespirito es por una mezcla de circunstancias, pero una de las más importantes es la extensión del mito nacionalista, gracias a los libros de texto gratuito repartidos por la SEP. Sí, todo es culpa de la SEP.

Referencias:

Rosas, A. (2006). Mitos de la historia mexicana. Editorial Planeta.

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