Comunicación asertiva

antonio vazquez
6 min readJul 26, 2022

Una herramienta para resolver conflictos en el trabajo

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Bienvenido a la vida real. Una en donde no todos siguen las normas al pie de la letra, y los contratos siempre tienen letras chiquitas. Tarde o temprano descubrirás que:

  1. Ser jefe no significa ser buen líder, aunque todos podemos aprender a serlo.
  2. Las personas somos muy, demasiado, exagerademente complejas. Y trabajarás con muchas de ellas. Siempre.
  3. Y a pesar de ello, el trabajo en equipo siempre será la mejor manera de cumplir las metas laborales, cualquiera que sea el rubro al que te dedicas.

Esto hace complicado el trabajo en equipo. Coordinar equipos, poner límites y generar ambientes positivos se convierte en un arte. Sí, es complicado.

Afortunadamente existe una herramienta que, si aprendes a darle un buen uso, se convertirá en tu mejor arma para vencer a todos los monstruos de la vida laboral real. Es una herramienta tan subestimada y poco entendida, que te sonarán ridículas las siguientes dos palabras: comunicación asertiva.

La comunicación asertiva es la capacidad de expresar nuestras necesidades de forma precisa, sin afectar a nadie.

“La comunicación es algo natural, algo diario incluso, pero apenas conocemos las reglas que la gobiernan”. (Krogerus y Tschappeler, 2019)

Como lo indican en “El pequeño libro de la comunicación efectiva”, el primer paso es comprender las reglas. Por lo que a continuación trataré de resumir en cinco puntos cómo lograr una comunicación más efectiva en un grupo de trabajo, usando como herramienta los principios de la comunicación asertiva.

Libera tus palabras de adornos y ofensas.

Solemos confundir ser directos con ser groseros. Y en el afán de no incomodar al otro le damos mil vueltas a lo que tratamos de expresar. No se vaya a ofender, pensamos. Estiramos nuestro argumento, tratando de encontrar palabras más suaves y sin darnos cuenta terminamos diciendo algo totalmente diferente a lo que teníamos planeado. ¿Te ha pasado que tuviste una conversación importante porque te sentías molesto y al final fuiste tú quien tuvo que pedir disculpas? Quizá sacrificaste claridad por adornar tus palabras.

El extremo contrario es creer que la única forma de hacerse entender es mentando madres. El insulto o la crítica personal dificulta aún más una buena comunicación.

El psicólogo Marshall B. Rosenberg, desarrolló la idea de la comunicación no violenta partiendo de la premisa de que el conflicto no se origina en lo que se dice, sino en cómo se dice. El pequeño libro de la comunicación efectiva.

Para resumir: di las cosas cómo son sin ofender al de enfrente. Antes de responder ten muy en claro qué quieres decir, por qué y para qué. Aplica para el trabajo, la vida y los chats familiares. Libera tus palabras de adornos y de ofensas.

Aprende a escuchar.

Lo primero es callar esa voz en tu cabeza que está buscando una respuesta antes de que la persona con la que hablas termine de decir lo que piensa. Cállala.

“La escucha sincera y real es un bien escaso y un gran don, puesto que con ella le regalamos a la persona nuestro bien más valioso: nuestra atención” Krogerus y Tschappeler (2019)

Al prestar verdadera atención a tu interlocutor, le estás brindando la posibilidad de expresarse para entender mejor lo que trata de decirte. Recuerda que la comunicación es una habilidad que se debe desarrollar y que no todos poseemos. Si no es lo suficientemente clara, entonces pregunta. Pero elige las preguntas correctas, aquellas que te den una guía para entender bien lo que quiere decirte. Escucha para después resolver o bien, poder negociar.

Dilo en cinco palabras, máximo.

Tal vez exageré, pero tómalo como base para comunicar el mensaje que quieres dar. Hazlo concreto. Las personas tenemos poca capacidad de concentración y atención. Si en el intento de expresar las necesidades para elaborar el reporte de fin de año, te pones a contarle a tus compañeros cómo fue que ideaste el documento desde que estabas en el vientre de tu madre, casi puedes estar seguro que perderás su atención.

“Suba un melón a lo alto de un rascacielos y luego déjelo caer … El melón despanzurrado en el pavimento es la capacidad promedio de atención de una persona en la actualidad: Un desastre. Está fragmentada. Está hecha pedazos” (Warwick, John 2009).

El entorno en el que se desenvuelve nuestro interlocutor es una parte importante en el proceso de comunicación. Ya de entrada, esta persona por el simple hecho de laborar en esta época (2021), estará constantemente bombardeada por estímulos que minan más su ya de por sí limitada capacidad de atención. Aprender a expresar nuestras ideas con las palabras precisas, eliminando la mayor cantidad de paja posible es una cualidad muy valiosa en estos tiempos. Dilo en cinco palabras.

Pon atención a tus emociones.

Cada persona es un mundo, con sus propias reglas y particularidades. Las normas sociales nos brindan un marco para interactuar con los otros siguiendo las mismas pautas. Estos mismos principios se aplican a la comunicación, que se basa en reglas lógicas que nos permiten expresar nuestras ideas o sentires mediante palabras. Son estas reglas las que permiten transmitir información entre dos personas, entre dos mundos.

Cuando somos dominados por alguna emoción, perdemos toda noción de racionalidad. La lógica deja de gobernar y, por tanto, el marco bajo el cual podemos entendernos de forma correcta con el otro se viene abajo. No somos capaces de comunicarnos correctamente bajo el influjo de una emoción, porque no somos capaces de pensar racionalmente.

La solución más sencilla sería dejar de sentir, pero a menos que seas un robot o tengas serios problemas mentales, esto es imposible. Lo que sí puedes hacer es poner atención a tus emociones y a la forma en cómo se manifiestan en tu cuerpo. ¿Qué pasa con tu respiración y músculos cuando te enojas, te pones triste o estás completamente enamorado? Comienza a poner atención y a etiquetar tus emociones. La próxima vez que tengas una conversación en donde aflore una emoción reconócela, respira, da un paso atrás, y ahora sí expresa lo que piensas o sientes. Todo comienza al poner atención a tus emociones.

Entiende la importancia de pedir perdón y decir que no.

A lo largo de mi vida descubrí que hay dos palabras que me cuesta mucho decir: “no” y “perdón”. Y no soy el único.

“Pedir perdón es una de las situaciones de comunicación interpersonal más difíciles que existe. Pedir perdón significa asumir plena responsabilidad de una acción”. (Krogerus y Tschappeler, 2019)

Lo más difícil de aceptar la responsabilidad de un error, es dejar al descubierto un secreto que todos guardamos con recelo: no somos perfectos. Esto se hace más complicado en una sociedad que nos acostumbró a apuntar a la perfección. La idea misma del sueño americano se basa en ser siempre el mejor y la forma de lograrlo es eliminar el error en su totalidad. Pero esto es imposible, el humano mismo es un ser imperfecto. Y parte del éxito de trabajar en equipo es reconocer nuestras propias deficiencias y limitaciones, para complementarlas con las habilidades de los otros miembros del equipo. Cooperamos para mejorar.

Pero esta misma necesidad por cooperar se puede llevar al extremo opuesto que tampoco es muy saludable. Y es la incapacidad de negarse ante las peticiones de otros miembros del equipo.

“La imposibilidad de decir que no está muy relacionada con el miedo al rechazo. Decir que sí es un hábito aprendido que se puede revertir al hacer una pausa después de recibir una petición, para pensar y poder decir que no”. (Zahariades, 2017)

Todos tenemos la necesidad de sentir que pertenecemos y al negarnos en una petición, nos invade el miedo a ser rechazados por el grupo. Sin embargo, para que el grupo prospere, es necesario primero que cada miembro del mismo se encuentre en las mejores condiciones. En un ambiente de trabajo, no saber decir que no se traduce en personas sobrecargadas, que no logran terminar a tiempo sus tareas y que afectan en la correcta realización de las obligaciones del equipo.

Decir que no sirve para poner límites que ayudarán a ser más productivos en las tareas individuales que tenemos dentro de un grupo. Aprender a decir “perdón”, por otro lado, ayuda a recordar nuestros propios límites para mejorar la colaboración con otros miembros del equipo. Usar estas palabras de forma correcta te ayudará a desarrollar herramientas que te servirán para negociar. Y en un ambiente de trabajo, saber negociar es la única forma de poder dialogar.

Conclusión:

Si aprendemos a desarrollar las herramientas correctas podemos sacarle mayor jugo a la experiencia de la vida. Dentro del ambiente de trabajo, una de estas herramientas es la comunicación asertiva. Para poder usarla de la mejor forma es necesario entender y aplicar los siguientes puntos:

  1. Libera tus palabras de adornos, pero sobre todo de ofensas.
  2. Aprende a escuchar.
  3. Dilo en cinco palabras, máximo.
  4. Pon atención a tus emociones.
  5. Entiende la importancia de pedir perdón y decir que no.

Referencias:

Palmer, Alan (2013). Hablar con precisión. Capstone.

Krogerus y Tschappeler (2019). El pequeño libro de la comunicación eficaz. Alienta.

Warwick, John (2009). El presentador en un minuto. Null.

Zahariades, Damon (2017). El arte de decir no. The Art Of Productivity.

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